La palabra Bitch ya no es lo que era. Han transcurrido más de 500 años desde que el vocablo inglés para designar una perra hembra o lady dog inició su andadura como insulto hacia la mujer promiscua -allá por el siglo XV, según el Oxford English Dictionary- hasta nuestros días, en los que “Hello, bitches!” (“¡Hola, perras!”) y “Bitch please” (“Perra, por favor”) es slang básico para tiktokers y Gen Z.
Esta evolución comenzó en el período de entreguerras. El significado del término bitch como lo conocemos hoy empezó a usarse en el ambiente homosexual de los años 20 y 30 con un twist. El slay speak de aquel entonces confirió a bitch una connotación positiva, utilizándolo como saludo o para llamar la atención de alguien –“Bitch!”-, e incluso tomándolo de base para formar palabras nuevas y exclusivas del colectivo, como bitchery (bar de ambiente gay) o bitched up (ir muy bien vestido y arreglado).
Un poco antes, en 1915, el uso de bitch en la prensa y la literatura anglófonas como insulto a la mujer, ya ni siquiera promiscua, prácticamente se dobló. ¿La causa? Se especula que fue el sufragio universal, que dio a las mujeres el derecho al voto y a muchos hombres una excusa para redoblar sus quejas e improperios hacia ellas.
De la letra a la música
Dando un salto a los años 80 y de la imprenta al disco, la cultura rap y hip-hop masculina se apropió del insulto, y estrellas del género como Dr. Dre o Ice T incluyeron bitch en sus temas para definir a las mujeres manipuladoras, descaradas o money hungry, es decir, que iban a por su dinero.
El contraataque vendría en las décadas siguientes y no solo de la cultura rap y hip-hop femenina, que le daría la vuelta al vocablo haciéndolo suyo y convirtiéndolo en un sinónimo de jefa, sino también de la mismísima reina del pop, Madonna, cuyo tema “Unapologetic bitch” (“Perra sin remordimientos”) es un himno a “llamar a las cosas por su nombre” (“I gotta call it like it is”).
Todo ello, y el hecho de que el feminismo también había abrazado el término al bautizar una revista “Bitch” en 1996, influyó en el aumento exponencial del uso de la palabra en los medios de comunicación anglófonos a partir del cambio de milenio.
“It’s Britney, bitch!”
En 2007 Britney Spears -que hasta el momento había mostrado una imagen inocente, más dulce y amable que la de otras cantantes de pop que también se disputaban el cetro de princesa del pop- se presentó así en la canción Gimme More de su disco Blackout. Sin poder resistirse, la cultura popular aceptó la palabra bitch en el mainstream.
Los millennials y las entonces novedosas redes sociales – Facebook se estrenó en 2004 y Twitter en 2006- impulsaron bitch en todo tipo de conversaciones, posts y blogs. Pero fueron los miembros de la Gen Z o Zoomers quienes más tarde ensalzaron el término al trono del léxico de la cultura popular – en 2014 era tan sólo el cuarto insulto más utilizado en Twitter- y expandieron su uso por todo el globo, rompiendo la barrera del idioma.
Para los hijos de la Generación X (1965-1980) y primeros nativos digitales, bitch es un elemento básico de la lengua actual. Lo usan como término cariñoso (“Bitch, I love you”) y como comentario despectivo (“God, you are such a bitch”), conteniendo connotaciones muy diferentes.
Y no solo en países de habla inglesa. Los Z españoles también han abrazado el uso de bitch. En un panorama global en el que las series mandan y se ven en Netflix, en el que Instagram y Tiktok son los canales a través de los cuales los Z se entretienen, se forman e informan, el lenguaje se comparte, derriba obstáculos y facilita la comunicación.
En las redes, los Z se convierten en profesores de sus abuelos, los auténticos baby boomers, nacidos entre 1946 y 1965, y les enseñan inglés mientras les graban un reel. ¿Cuál es la primera frase que les hacen decir? “Hello bitches!”
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