Un suceso estremecedor marcó para siempre la catedral de Canterbury, uno de los edificios religiosos más importantes de Inglaterra y de toda la cristiandad. Pasó a la historia como uno de los conflictos entre la corona y la Iglesia más famosos y trágicos de la historia medieval: el asesinato de Thomas Becket.
THOMAS BECKET, ARZOBISPO DE CANTERBURY
Nacido hacia 1120 en Londres, Thomas Becket fue una figura influyente en la Inglaterra medieval. Su vida estuvo ligada al reinado de Enrique II, monarca cuyo mandato marcó el curso de la historia inglesa.
El rey Enrique II subió al trono en 1154, haciendo valer una concepción de la autoridad real centralizada que a menudo le enfrentó con las poderosas instituciones de su tiempo, en particular la Iglesia. Como rey de Inglaterra, Enrique ostentaba un poder considerable sobre vastos territorios.
Su ambición era reducir los privilegios de la Iglesia y afirmar su propio dominio. Por ello, en 1162, para consolidar su control, Enrique nombró a Thomas Becket arzobispo de la catedral Canterbury, creyendo que confiando a Becket este influyente cargo eclesiástico podría extender su influencia sobre la Iglesia.
CONFLICTO ENTRE LA CORONA Y LA IGLESIA
Una vez que asumió el cargo de arzobispo de Canterbury, Thomas Becket se alineó completamente con los intereses de la Iglesia, deseoso de salvaguardar su autonomía y autoridad.
Por otra parte, Enrique intentaba imponer el control real sobre la Iglesia con reformas para reducir el poder del clero. Becket se negó rotundamente a aprobar estas medidas, que consideraba una amenaza para la independencia de la Iglesia.
Tras su negativa a seguir las órdenes del rey, Becket se vio obligado a huir a Francia, donde pasó los siguientes seis años en el exilio hasta que el Papa Alejandro III negoció su regreso a Inglaterra. Becket dimitió entonces como canciller y excomulgó también a varios obispos leales al rey, lo que agravó aún más la situación y las relaciones con Enrique II, quien, como relata el artículo de la BBC, dijo airado:
“Who will rid me of this turbulent priest?”¿(Quién me librará de este sacerdote turbulento?).
EL ASESINATO DE THOMAS BECKET
Durante la noche del 29 de diciembre de 1170, cuatro caballeros, alentados por la ira del rey Enrique II contra Becket, acudieron a la catedral de Canterbury para demostrar su lealtad a la corona y enfrentarse a Becket, quien respondió a sus amenazas:
"For the name of Jesus and the protection of the Church, I am ready to embrace death" (Por el nombre de Jesús y la protección de la Iglesia, estoy dispuesto a abrazar la muerte").
El arzobispo Thomas Becket, firme en sus convicciones, fue asesinado a golpes de espada aquella noche.
Los caballeros que mataron a Thomas Becket huyeron inmediatamente después del crimen, viajando al norte de Inglaterra en un intento de escapar a las consecuencias de su delito. Sin embargo, la gravedad de sus actos no pudo ser ignorada y, como resultado, el Papa los excomulgó, expulsándolos de la Iglesia.
Enrique II, en un dramático acto de penitencia, viajó a Canterbury donde buscó el perdón ante la tumba de Becket. Allí declaró públicamente su arrepentimiento por su contribución a la muerte de Becket y se sometió a un ritual penitencial en el que fue azotado por los obispos mientras permanecía arrodillado ante la tumba. Este acto también pretendía restaurar su reputación, permitiéndole reafirmar su autoridad como rey a pesar de la agitación que había sacudido su reinado.
THOMAS BECKET MÁRTIR
El asesinato conmocionó a la sociedad medieval. Becket fue considerado un mártir de los derechos de la Iglesia y la población comenzó a rezarle. Su tumba, en la gran cripta de la catedral, comenzó a ser visitada por peregrinos. Los testimonios de quienes le habían rezado afirmaban que era capaz de realizar milagros; se decía que la sangre de Becket, vertida en el suelo de la catedral, tenía el poder de curar a los enfermos. Su tumba en la catedral de Canterbury se convirtió en el santuario más popular de Inglaterra y el culto a su sacralidad pasó a formar parte integrante de la vida inglesa.
La catedral de Canterbury
Por desgracia, el santuario de Thomas Becket en la catedral de Canterbury fue completamente destruido durante la Reforma, cuando el rey Enrique VIII, en su campaña para romper con la Iglesia católica, ordenó la destrucción del santuario de Becket en un intento de eliminar cualquier símbolo de resistencia a su autoridad. Enrique VIII, símbolo del encanto aristocrático, cambió el futuro de Inglaterra y selló su destino para siempre. Recordado por los historiadores como un rey lujurioso, egoísta, paranoico y tiránico, fue el rey más famoso de la historia de Inglaterra y nosotros te contamos su vida.
La catedral de Canterbury, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es famosa por su extraordinaria arquitectura románica y gótica. El lugar del martirio de Becket está hoy marcado por una pequeña placa que conmemora los acontecimientos que tuvieron lugar en la catedral y por las "Miracle Windows" "Ventanas de los Milagros", que representan algunos de los milagros atribuidos a Thomas Becket.
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